Por Ramiro Diaz
Martín Palermo es, sin duda alguna, uno de los máximos ídolos en la historia de Boca Juniors. Durante su etapa como futbolista, el “Titán” dejó una huella imborrable en el club argentino, marcando una gran cantidad de goles que ayudaron al Xeneize en su época dorada. Este legado le ha ganado el cariño eterno de los hinchas.
Su sueño siempre fue regresar al club como entrenador, pero mientras Juan Román Riquelme continúe al frente de la gestión deportiva, parece casi imposible. La relación entre ambos se limita a un respeto mutuo y nada más. En las últimas elecciones presidenciales, Palermo apoyó a Mauricio Macri y Andrés Ibarra, ya que había sido elegido por la oposición como el posible DT del equipo de la Ribera. Sin embargo, el triunfo de Riquelme frustró esa posibilidad, obligando al exdelantero a buscar otros horizontes para su carrera.
Así fue como asumió un nuevo desafío en un grande del continente: Olimpia de Paraguay. Precisamente, el próximo año se disputará el Mundial de Clubes 2025 y el equipo paraguayo, que no está clasificado por ranking FIFA, podría ingresar si se libera un cupo. Las únicas opciones para que esto suceda dependían de Fluminense, Flamengo y River Plate. Con los dos clubes brasileños ya eliminados, la única esperanza recae en el equipo de Núñez.
Esto pone a Palermo en una situación inesperada: tendrá que alentar al histórico rival de su vida en lo que resta de la Copa Libertadores, con la esperanza de dirigir uno de los nuevos torneos que la FIFA implementará. Una paradoja del destino para un ícono boquense que ahora debe depositar sus expectativas en el archirrival para cumplir su sueño internacional.
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